miércoles, 30 de abril de 2008

y falta el pasillo!


Qué cosas tiene el fútbol. En uno de los mejores partidos de los últimos tiempos en clave azulgrana, en un recital ofensivo, en un muestrario de combinaciones precisas, fue el Manchester el que se hizo con la victoria y estará en la final del día 21 en Moscú. Pese a dominar el partido y sentirse superiores, lo de anoche marcó el final de trayecto en Europa y el de un ciclo en el Barça. En 2003 comenzó a construirse un proyecto ganador, que conquistó dos Ligas y una Champions, pero que ahora, tras dos campañas en blanco (no malinterpretar), hacen que Joan Laporta tenga que lavar su imagen a golpe de talonario y limpiar un vestuario que no toleró la autogestión.

El arranque del Barça fue bueno, bonito y esperanzador. Dado que el United despreciaba la bola, Deco y Xavi se encargaron de moverla con acierto. Con la tranquilidad de saber que el escudero Touré andaba eficaz en el corte, la zona de creación funcionaba, pero en una misma dirección: la de Leo Messi. El argentino, siempre que agarraba la bola, convertía en realidad su intención. Ya en la primera jugada, el Pulga cayó en el límite del área, por fuera. No pasó nada en la ejecución, pero el Barça descubrió que podría tener sus opciones de golpear el teatro de los sueños, que rugía ante cualquier movimiento diferente al que está acostumbrado. Pese a tener a Cristiano Ronaldo, los británicos babean cuando la pelota llega al área rival en transición larga o corta, pero siempre raseada.

Mientras Messi seguía con su hacer, el United comenzó a desperezarse. Con Rooney lesionado y en la grada (al igual que Vidic), la estrategia pasaba por que Scholes y Carrick conectaran con Tévez y Cristiano. Lo hicieron, pero de manera muy tímida. El Barça mandaba, se sentía a gusto y apenas sin agobios. Fruto de la superioridad, comenzaron las confianzas y, de ahí, los problemas. Una estupidez de Abidal, templando el balón de la zurda a la diestra de la línea defensiva, fue el inicio de la empanada habitual de los culés y se pasó de ver el Barça de la Champions al de Almería, el Calderón o el Ruiz de Lopera: resumiendo, el de la Liga. Se perdió la brújula, la confianza y bajó la autoestima de manera brutal. Con este panorama, Zambrotta (¿es el campeón del mundo o su primo?) dejó en su enésimo error del partido la pelota muerta a Scholes, que sacó un derechazo en busca de la escuadra izquierda de Valdés, que se estiró para nada. Con el 1-0 no cambiaba mucho más que evitar la odiada tanda de penaltis.

Sin premio. Nani, Park o Cristiano pudieron sentenciar, pero también pudo anotar el Barça, que se quedó sin premio final. Jugó muy bien el Barça, la verdad, pero la sequía goleadora (¡cuatro partidos seguidos sin marcar!) y no haber logrado un tanto en 180 minutos de eliminatoria le costó el acceso a Moscú. Hay veces en que se comprende lo injusto que es el fútbol, pero la fortuna también tiene cosas que decir en este apasionante deporte del balón, las porterías y la estrategia. El Barça se apeó de la Champions en Manchester y entiende que se acabó lo que se daba.

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